Antología de poetas suicidas (1770-1985)

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20,00€

José Luis Gallero

Selección, coordinación y notas: José Luis Gallero

Referencia: VAN-002
ISBN: 978-84-8802-0383
Edición:
2005, Madrid
352 páginas
Libro tradicional impreso
Distribuido por: Machado Grupo de Distribución y Les Punxes
15,00cm × 3,00cm × 19,00cm
20,00€

Puede decirse que con el envenenamiento de Chatterton (1770) inicia el suicidio su edad moderna. La muerte del jovencísimo Chatterton es cantada por Keats, Coleridge, Shelley, Vigny. Su suicidio en la realidad y el de Werther en la novela proporcionan status intelectual a un acto que antes de eso se consideraba de pésimo gusto, a no ser que fuera motivado por falta de liquidez o cualquier otro capricho. El suicida sigue sin poder reposar en tierra sagrada, pero en adelante ocupará un puesto de honor en la mitología artística. A la hora de hacer una «anatomía del suicidio» llama la atención que se den por igual los suicidas de vocación y los súbitamente inspirados. Entre los primeros, Kleist, Maiakovski, Crevel, József, Pavese, Sylvia Plath, Jens Bjorneboe... Pero más que la premeditación acaso admira la insistencia en el gesto. ¿De qué huía Ángel Ganivet cuando se arroja desde un vapor al Duina, y tras ser rescatado trabajosamente por los pasajeros aprovecha un descuido para sumergirse otra vez en la corriente helada? ¿Qué le da fuerzas a Yávorov, ciego a resultas de un anterior intento de suicidio, para ingerir veneno y, en previsión de algún accidente benéfico, volarse luego la tapa de los sesos? ¿Y a Antero de Quental para dispararse dos veces consecutivas? Costas Cariotakis, la noche del 20 de julio de 1928, se dirige al agitado Mediterráneo con la intención de acabar con su vida. Diez horas después la corriente le devuelve sano y salvo a la playa. Entonces regresa a su casa, se cambia de ropa, sale a desayunar, compra una pistola y se dispara una bala en el corazón... Huían de su propia vida, de sus fracasos artísticos, de sus deseos siempre insatisfechos, de su exacerbada sensibilidad. Exploradores de vastos territorios del alma, expuestos a las más inclementes contradicciones, se encuentran en ocasiones en la tesitura de elegir la sensibilidad o la supervivencia. En todo caso no debemos creer que los poetas suicidas son una especie lánguida, sumida en un desánimo que le impide percibir lo que de grato tiene la existencia. Las vidas de estos muertos son un ejemplo de vitalidad extraordinaria. El peso de su sufrimiento no lastraba su paso, sino que por el contrario parecía dotarles de una maravillosa ligereza.

 

“La cantidad y calidad de los poetas que decidieron acabar con su vida dista de ser un dato casual. La literatura moderna lleva en sí las semillas de la iconoclastia, y sobre todo la poesía, abocada a la exploración de las últimas fronteras del lenguaje. Algunos de los poetas suicidas pertenecen a los primeros órdenes de la lírica moderna, pero casi todos los antologados son líricos de calidad. Están aquí, claro es, por esa primera condición sustantiva, no por la adjetiva del suicidio. Eso no significa que la muerte así asumida dejara de moldear sus obras”.
[Miguel García-Posada. ABC, 13-01-90]

 

'“Esta deslumbrante Antología es el libro que le hubiera gustado concebir a Ramón Gómez de la Serna. El autor de Los muertos y la muerta se hubiera zambullido en sus trescientas cincuenta páginas con quién sabe cuánta fascinación, aunque los suicidas no sean propiamente muertos ni muertas. Un suicida es algo más. Sólo de un suicida puede decirse con propiedad que es una tierra de nadie, por donde cabalgan con igual libertad los dos jinetes: El Deseo y la Sombra”.
[Andrés Trapiello. ABC, 27-01-90]

 

“Esta obra es un conjunto de arquetipos, brillantes todos ellos, geniales sólo algunos; porque el suicidio no es la garantía de ser un gran poeta, pero sí de haber pisado el umbral y arriesgado experiencias, hasta que el retroceso fue imposible”.
[José Méndez. El País, 28-01-90]

 

“José Luis Gallero lo coloca todo en un sitio límite con su Antología de poetas suicidas”.
[Rafael Conte. El País, 11-03-90]

 

“Tanto las notas biográficas como las citas y la selección de los poemas consiguen crear un verdadero universo mental y emocional. La lectura de este libro resulta fascinante y estremecedora”.
[J. A. Masoliver Ródenas. El Europeo, 1-04-90]

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