Traducido por Eugenio Castro
El poeta Paul Eluard vivió rodeado de artistas –Ernst, Chirico, Picasso, Braque, Klee, Miró, Dalí, Magritte...–, a quienes coleccionó, celebró y admiró, consciente de que «El pintor se sitúa frente a un poema como el poeta frente a un cuadro». Así lo afirma a propósito de Picasso en una de las secciones de este libro mestizo, en cuyas páginas se entrecruzan el verso y la prosa, la reflexión y el delirio, el fragmento propio y el aforismo ajeno. Ochenta años después de la publicación de Dar a ver, esta primera traducción al castellano viene a saldar una deuda con la vanguardia histórica. Eugéne Grindel, nombre civil del autor de Capital del dolor, desempeñó sucesivos y decisivos papeles en la aventura Dadá, el movimiento surrealista y la Resistencia francesa. En el juego de ver y dar a ver, su palabra luminosa atraviesa las tinieblas de un mundo amenazado por la barbarie y reivindica una lectura enaltecedora de la condición humana.
Traducción de Eugenio Castro y prólogo de J. M. Bonet.
Paul Eluard (Paris, 1895-1952). Interesado a lo largo de toda su vida en la creación artística, mantuvo estrechas relaciones con los grandres maestros de la vanguardia. La fusión entre medios literarios y procedimientos plásticos –simultánea a la del compromiso poético y la verdad práctica– figura entre los rasgos determinantes del movimiento moderno. Leyendo las páginas recapitulatorias de Dar a ver (1939) comprendemos hasta qué punto están vinculados el tranajo del pintor y el quehacer del poeta. “La misión del artista consiste en enseñar a ver igual que se enseña a leer”, declara Eluard para subrayar la fraterna alianza entre las dos disciplinas.